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"La Ruina termina aquí" ―Cailan Theirin

La Batalla de Ostagar fue un enfrentamiento clave que sucedió durante la Quinta Ruina en Ferelden, y que implicó al ejército del país y a la horda de engendros tenebrosos que emergió a la superficie. Podría decirse que esta batalla fue el inicio de la guerra civil que tuvo lugar poco después en Ferelden.

Trasfondo[]

Con la aparición de un gran número de engendros tenebrosos en la Espesura de Korcari, el Rey Cailan Theirin reunió a su ejército y marchó hacia el sur, hacia el antiguo enclave de Ostagar, junto con su amigo y consejero, el Teryn Loghain Mac Tir. Se esperaba exterminar a los engendros antes de que lograsen entrar al corazón de Ferelden.

El enclave de Ostagar fue escogido por su posición, clave de cara a la estrategia de ataque. El fuerte había sido construido cuando el Imperio de Tevinter se extendía hasta Ferelden para defenderse de la invasión chásind. Aunque las edificaciones eran muy antiguas, todavía podrían servir al Rey Cailan durante la batalla que tendría lugar allí.

El ejército de Cailan avanzaba tan rápido que muchos de sus vasallos aún estaban reuniendo a sus tropas para cuando llegó a Ostagar, incluyendo las fuerzas de Amaranthine, lideradas por el Arl Rendon Howe, y las de Risco Rojo, comandadas por el tío del rey, el Arl Eamon Guerrin. Aun con esto, los recursos bélicos de Cailan eran considerables; incluían a magos del Círculo de Hechiceros y a los Guardas Grises de Ferelden, quienes habían detectado la presencia de un archidemonio liderando la horda de engendros y, en consecuencia, habían reunido todas sus fuerzas para acabar con la criatura antes de que la Ruina desatara todo su potencial destructor. Los Guardas Grises de Ferelden entablaron conversaciones con sus homólogos de Orlais para obtener una ayuda que nunca llegó, gracias a la intervención de Loghain Mac Tir, detractor conocido de todo lo proveniente de Orlais. Antes de unirse a la marcha hacia Ostagar, Duncan, el Comandante de los Guardas Grises de Ferelden, se embarcó en una búsqueda de reclutas para los Guardas, y encontró tres candidatos a la Iniciación: Ser Jory, un guerrero, Daveth, un ladrón al que salvó de ser ejecutado, y el/la Guarda.

Preludio[]

Escaramuzas previas a la Batalla[]

A la llegada de Duncan y el/la Guarda a Ostagar, el Ejército de Ferelden ya había ganado tres batallas relevantes, y ya había habido numerosas escaramuzas en la Espesura de Korcari, que resultaron en la pérdida de varias patrullas del Ejército, entre las que se incluye la liderada por Fergus Cousland. Pese a esto, la horda de engendros parecía crecer cada vez más, lo cual no hizo mermar la confianza que tenía Cailan Theirin en su victoria. Sin la presencia de un archidemonio, muchos creyeron que aquello no era el inicio de una Ruina, sino, simplemente, un gran número de engendros tenebrosos.

Consejo de Guerra[]

El Teryn Loghain avisó al Rey Cailan de los peligros de aquella batalla, ante lo cual Cailan respondió que, de ser tan arriesgado, quizá deberían esperar a los refuerzos provenientes de Orlais para lanzarse contra la horda de engendros. Loghain se negó en redondo a permitir la entrada de orlesianos en Ferelden, por lo que ambos acordaron ir a la batalla con las fuerzas de las que disponían en aquel momento.

Junto con sus consejeros, el Teryn Loghain trazó un plan para destruir a la horda de engendros en una única batalla, que sería decisiva. El plan consistía en atraer al ejército de engendros tenebrosos hacia un enclave estrecho, hacia donde acudiría el resto del Ejército Fereldano por la retaguardia, llevando así a cabo una maniobra de pinza para dejarlos atrapados en el enclave.

El plan de batalla se dividía en dos partes: poner el cebo y el ataque sorpresa. La idea era ofrecer un objetivo a los engendros para forzarlos a mostrar el auténtico grueso de la horda cuando estuvieran atacándolo. Por ello, las tropas enviadas a hacer de cebo tendrían que tener un tamaño relativamente pequeño para que parecieran superadas por los engendros. El cebo se compuso de los mejores batallones del Ejército de Ferelden, liderados por el mismo Cailan, y de los Guardas Grises, incluyendo a Duncan, por si el archidemonio hacía acto de presencia.

Una vez que los engendros estuvieron totalmente implicados en el ataque, se debía mandar una señal desde la Torre de Ishal para que el Teryn Loghain mandase a sus tropas, el grueso del Ejército de Ferelden, a realizar la emboscada a los engendros y dejarlos atrapados entre ambos ejércitos para destruirlos. Se esperaba que la estrechez del valle que conducía a Ostagar no permitiera a los engendros utilizar toda su fuerza para repeler el ataque de los defensores del enclave, lo que permitiría al Ejército de Ferelden destruir la horda y terminar con la Ruina.

La Batalla de Ostagar[]

El comienzo de la batalla se desarrolló según lo previsto. La horda de engendros cargó contra el cebo, que esperaba a que se acercaran más para poder atacar. Una vez se cumplió esta condición, el Rey Cailan mandó a sus arqueros y ballesteros lanzar una lluvia de flechas y vítores en llamas contra la horda, lo cual dejó fuera de combate a numerosos engendros. A la lluvia siguió la jauría de perros de combate mabari, que anotaron más bajas de la horda y la distrajo lo suficiente como para que el rey pudiera ordenar el ataque de sus tropas contra los engendros. Esto desató una batalla cuerpo a cuerpo sangrienta, que se cobró bajas de ambos bandos.

Mientras tanto, en Ostagar, los dos Guardas Grises, Alistair y el/la Guarda, asignados a encender la baliza de la Torre de Ishal descubren que la torre ha sido tomada por engendros tenebrosos, que se colaron a través de una serie de túneles subterráneos. Con la ayuda de un grupo de soldados, ambos guardas consiguen entrar en la torre y llegar hasta el piso más alto y encender la baliza.

A la vista de la señal, Loghain mandó a Ser Cauthrien a retirar las tropas y dejar el campo de batalla, abandonando a Cailan y a los Guardas, condenándolos a morir. Con la retirada de Loghain y las tropas Fereldanas agotadas por la batalla y arrinconadas en el estrecho valle de Ostagar, el combate pronto se convirtió en una masacre. Un ogro agarró a Cailan y lo destrozó como si fuera un muñeco de trapo, asesinándolo. Cailan Theirin fue lanzado al suelo, ya muerto por, presumiblemente, hemorragias internas. Duncan, enfurecido por este hecho, desenfundó sus dagas y se lanzó contra el ogro que había acabado con la vida del rey. Las clavó en su corazón y vengó la muerte de Cailan, para después contemplar, ya sin esperanzas para el Ejército de Ferelden, cómo la armada del rey era masacrada por los engendros. Se quedó al lado del cuerpo sin vida de Cailan hasta que él mismo fue asesinado por un hurlock alfa mientras el grueso de la horda llevaba a cabo el asalto final.

Con la muerte del rey y conforme se hacía patente la retirada de Loghain, lo que quedaba del ejército intentó escapar de aquella matanza. Apenas una pequeña fracción de los soldados que habían ido allí lo consiguió, puesto que los engendros tenebrosos se enzarzaron en masacrar lo que quedaba de ellos o comerse a los ya caídos en combate. Los engendros tomaron de nuevo el control de la Torre de Ishal, acabando con las tropas que había dentro, e hiriendo a los dos Guardas Grises que quedaban y que ahora eran los únicos de todo Ferelden. Escaparon gracias a la intervención de la bruja de la Espesura, Flemeth, que aprovechó sus habilidades de cambiaformas para convertirse en un enorme pájaro y agarrar a cada uno de los guardas con una de sus patas para llevárselos a su choza en la Espesura de Korcari.

Consecuencias[]

La muerte del rey Cailan Theirin trajo consigo el caos. La pérdida del monarca y de la mayor parte de su ejército dejó Ferelden sin defensas para poder repeler el avance de los engendros tenebrosos, que pronto marcharon hacia el norte, hacia el corazón del país, sin nadie que realmente pudiera hacerles frente. Los soldados de Ferelden aún intentaron proteger los caminos de los engendros, pero apenas podían hacer nada contra la horda de engendros. Por ello, miles morirían, y Ferelden sería asediada por la Ruina. La muerte de Cailan y el avance de la horda causó un enfrentamiento civil en Ferelden, puesto que el crimen se convirtió en algo habitual, con bandas organizadas y bandidos que se aprovechaban de la precaria situación de los refugiados, saqueaban carros de comerciantes y emplazamientos que no podían ser defendidos. El avance de los engendros solo causó más terror entre los ciudadanos y rompió las líneas de comunicación y suministros del país, así como todos los intentos de defensa.

El Teryn Loghain Mac Tir volvió a Denerim, la capital de Ferelden, y proclamó la traición de los Guardas Grises tras hacerse a sí mismo regente de Ferelden, lo cual desató una guerra civil entre los suyos y los de los bannorn, que no creían la versión de Loghain respecto a lo sucedido en Ostagar o que pensaban que el Teryn estaba aprovechándose de la circunstancia para hacerse injustamente con el trono. La frontera con Orlais se cerró, lo cual impidió la llegada de los Guardas Grises orlesianos para ayudar contra la Ruina, y Loghain hizo del Arl Rendon Howe su mano derecha, quien perpetró numerosas atrocidades mientras Loghain intentaba estabilizar la situación en Ferelden. No pasó mucho tiempo hasta que Loghain encontrara oposición por parte del Bann Teagan y los Bannorn, escépticos sobre su versión de los hechos en Ostagar, y la recuperación del Arl Eamon de su misteriosa enfermedad, que resultó ser un envenenamiento financiado por Loghain, resultó en dos facciones políticas luchando por el control del trono.

La pérdida de los Guardas Grises, que habían sido masacrados junto al rey, fue un duro golpe para Ferelden, puesto que se perdió a los más valiosos aliados contra los engendros tenebrosos cuando más se necesitaban. Solo dos guardas sobrevivieron: Alistair y el/la Guarda, que fueron rescatados por Flemeth y ayudados por su hija, Morrigan, en la Espesura de Korcari. Su supervivencia fue la clave de la derrota de Loghain y la Ruina, ya que ambos consiguieron reunir las fuerzas necesarias para acabar con él y unir de nuevo a Ferelden antes de la gran Batalla de Denerim, en la que se enfrentarían al archidemonio.

Pasarían siete años después de la Batalla de Ostagar hasta que se pudieran subsanar las pérdidas que causó, lo cual llevó a muchos supervivientes a huir a las Marcas Libres o ser considerados muertos en combate. Ferelden ofreció readmitirlos en sus puestos en los años posteriores a la Ruina.

Puede que la consecuencia más sorprendente de la batalla no fuera detectada hasta diez años después. Tras la derrota de Ostagar, la aldea de Lothering pronto fue engullida por los engendros tenebrosos. Entre los refugiados que tuvieron que huir de allí se encontraba un/a joven humano/a conocido por su apellido, Hawke, que se convertiría en una figura clave en los años venideros, alzándose en las Marcas Libres hasta convertirse en Campeón/a de Kirkwall.

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